Seh-hee y Ji-Woo son una pareja aparentemente feliz, pero los celos enfermizos de ella y su miedo a no sentirse deseada y a ser abandonada, la lleva a desaparecer y a cambiarse el rostro. Pasados dos años en los que Seh-hee ha estado desaparecida, Ji-Woo vuelve a enamorarse de una joven desconocida...
Con este argumento, el gran Kim Ki-duk reflexiona sobre como afecta el paso del tiempo en las relaciones, sobre el amor más allá de la apariencia física. Y lo hace sirviéndose, como siempre en su filmografía, de personajes al borde del cataclismo existencial. Aquí reina la angustia, pero todo está impregnado de un realismo mágico capaz de producir sensaciones encontradas.
Con Time nos encontramos ante la enésima genialidad del maestro. Sin llegar a las cotas sublimes de Primavera, Verano.. ni a la brutalidad de La Isla, ni al hipnotismo poético de Hierro 3, Time es un nueve en un mundo de cuatros y cincos. Probablemente es la película más accesible del director coreano, alejándose de los escenarios naturales con silencios infinitos, aunque sigue habiendo escenas de extraordinaria belleza como las rodadas en el llamado parque de las esculturas, rodado en la isla de Mo en Corea.
Ya estamos esperando ansiosos su nueva obra, Breath, y es que con Kim ki-duk nos encontramos ante el director más fascinante de lo que llevamos de siglo. Esperamos que no se lo trague Hollywood y siga el camino de Wong Kar-Way.
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