Parece ser que es la despedida de Clint Eastwood como actor. Una pena, aunque será una suerte seguir contando con él detrás de la cámara. Y es que como él ya no quedan. Su presencia en pantalla es potentísima, con un rostro marcado por la edad, pero que sigue sin perder un ápice de la dureza que siempre han caracterizado muchos de sus personajes. Lo único que puedo equiparar a ver una película como ésta es ver al gran Dylan en uno de sus míticos conciertos reinventados. Historia pura.
Estamos ante una cumbre en su extensa filmografia. Tan sólo Sin Perdón se la puede equiparar. Con el binomio bélico me di un poco de tiempo y El intercambio no ha llegado a gustarme del todo. Mucha Angelica, pero la película me cargó un poco, dentro de que no es mala, pero a ratos me aburrió. Pero lo mejor se lo guardaba para él. Como obra menor, sin tanta promoción y se ha cascado una película capaz de perdurar como un clásico.
Walt, el personaje que interpreta Eastwood, es un viejo ex combatiente de Corea que no entiende el mundo actual. No comprende las razones por las que su barrio ya no es el que era. Y no lo quiere comprender. Se ha querido ver una prolongación de Harry Callahan en Walt y si hiciéramos un ejercicio de imaginación, nos lo podríamos imaginar envejeciendo guerreando entre adolescentes pandilleros.
Eastwood siempre ha cargado con su ideología conservadora, pero la realidad es que sus películas son de las más arriesgadas que se pueden ver en EEUU. En Gran Torino se habla de temas como la integración social, el racismo, la vejez, la violencia, sin tapujos, sin tantas cortapisas morales como muchos quieres imponer. A ver si en España aprenden, que llevamos unos años penosos, con un cine previsible y ñoño.
Gran película, gran actor, gran director. Esperemos que no sea la última.
No hay comentarios:
Publicar un comentario