Bueno, a ver por donde empiezo a contar una carrera con historias, con muchas historias.
Salimos a las 6 menos cuarto de Getafe. Con el cambio de hora se lleva algo mejor, pero algo cuesta. Vamos en el coche del marques Constan, un peaso Mercedes que se ha comprado que parece una limousine. Después de algo más de dos horas, llegamos a Malpartida de Plasencia, pueblo que vio nacer a mi padre y que hoy nos ha visto sufrir como perros.
Como vamos con tiempo, vamos a recoger los dorsales y luego a tomarnos un cafelillo. Todo tranquilo. Primer percance. Los dorsales se recogen en la meta, a 21 km. de allí, y hay que darse prisa porque luego nos tienen que traer en autobús. Nos vamos al corazón de Montfragüe, su centro de interpretación, donde recogemos los dorsales. Constan busca un sitio para giñar y no se le ocurre otra cosa que meterse en un chozo pensando que eran urinarios públicos. Se encuentra con un grupo de chicas medio en pelotas, que están disfrutando del fin de semana. Por poco le matan.
Cogemos el autobús y vamos a la salida. Calentamiento, momentos para la nostalgia, como el reencuentro de mi padre con su amigo Felipe de la infancia, y salimos. 2 tendencias, por un lado mi padre y yo que pensamos que el recorrido no es duro, por otro mi cuñado y Constan que piensan que es para cagarse, y me cague, vaya si me cague.
Y como salgo, como un cohete, no se que me pasa, el contacto con la tierra de mis ancestros, el spray milagroso de mi cuñado pero no hay quien me pare. Km. 1, 3,55. Km. 2, 8,15. Y hay se acaban las bajada. Comienzo a subir, pero no decaigo. Todavía miro el paisaje. Encinas, gorrinos, donde hay gorrinos?. Km. 5 lo paso en 21,30. En mi pobre ignorancia, pienso que queda un poquito duro, para empezar unos km. de descenso kamikaze. El kamikaze soy yo.
Salimos a la carretera que nos lleva a Montfragüe, y un viento amenazador nos saluda. Allí fragüe mi posterior derrumbe. El Km. 10 lo paso en 44,27, ritmo para pulverizar mi marca.
Me alcanza un grupo de gente, y voy con ellos un par de kilómetros. Seremos unos 20 tíos, y me asfixio. Prefiero ir sólo, así que me hago a un lado y voy a mi ritmo. Necesito bajar, estoy cansado de subir, de las bellotas, de la vida. Y bajo, si, bajo de ritmo. Hacía el km. 16 empieza una subida demoledora de un par de kilómetros. Para entonces ya se que me espera más pena que gloria. En el km. 18 comienza mi anhelada bajada. A buenas horas. Voy muerto, y me van pasando corredores. Algunos me dan ánimos, me dicen que ya está hecho, no les creo, pero se agradece.
A falta de dos kilómetros, no puedo más y me paro. Encima las medias térmicas que estrenaban, no han tenido el resultado que esperaba y llevo los gemelos cargadísimos. Estiro agarrado a una encina. Veo a mi cuñado y le digo que tire, que no puedo. Vuelvo a correr, mejor dicho a trotar. Eso es lo que hice hasta meta, con un ultimo repecho que me puso la puntilla.
Llegué en 1.39,37 medio groggy, dando bocanadas de aire. Mi cuñado, gran carrerón, marca personal, 1.38,02. Vi a mi padre, que llegaba cansadísimo también, pero cumpliendo en 1.45. Constan 1.51.
Luego nos quedaría para acabar la jornada comer en Malpartida un cochinillo para chuparse los dedos y vuelta a casa hiperventilada, con la ventanilla del Mercedes del marques rota. Y de postre, en Torrejón de la Calzada, nos para la policía, y nos tienen quince minutos comprobando antecedentes, y confunden a mi padre con un extranjero. No hay derecho, hacer eso con unos pobres deportistas.
Y a las diez en la camita, soñando con los angelitos, que iban subiendo, subiendo entre encinas y bellotas.
Salimos a las 6 menos cuarto de Getafe. Con el cambio de hora se lleva algo mejor, pero algo cuesta. Vamos en el coche del marques Constan, un peaso Mercedes que se ha comprado que parece una limousine. Después de algo más de dos horas, llegamos a Malpartida de Plasencia, pueblo que vio nacer a mi padre y que hoy nos ha visto sufrir como perros.
Como vamos con tiempo, vamos a recoger los dorsales y luego a tomarnos un cafelillo. Todo tranquilo. Primer percance. Los dorsales se recogen en la meta, a 21 km. de allí, y hay que darse prisa porque luego nos tienen que traer en autobús. Nos vamos al corazón de Montfragüe, su centro de interpretación, donde recogemos los dorsales. Constan busca un sitio para giñar y no se le ocurre otra cosa que meterse en un chozo pensando que eran urinarios públicos. Se encuentra con un grupo de chicas medio en pelotas, que están disfrutando del fin de semana. Por poco le matan.
Cogemos el autobús y vamos a la salida. Calentamiento, momentos para la nostalgia, como el reencuentro de mi padre con su amigo Felipe de la infancia, y salimos. 2 tendencias, por un lado mi padre y yo que pensamos que el recorrido no es duro, por otro mi cuñado y Constan que piensan que es para cagarse, y me cague, vaya si me cague.
Y como salgo, como un cohete, no se que me pasa, el contacto con la tierra de mis ancestros, el spray milagroso de mi cuñado pero no hay quien me pare. Km. 1, 3,55. Km. 2, 8,15. Y hay se acaban las bajada. Comienzo a subir, pero no decaigo. Todavía miro el paisaje. Encinas, gorrinos, donde hay gorrinos?. Km. 5 lo paso en 21,30. En mi pobre ignorancia, pienso que queda un poquito duro, para empezar unos km. de descenso kamikaze. El kamikaze soy yo.
Salimos a la carretera que nos lleva a Montfragüe, y un viento amenazador nos saluda. Allí fragüe mi posterior derrumbe. El Km. 10 lo paso en 44,27, ritmo para pulverizar mi marca.
Me alcanza un grupo de gente, y voy con ellos un par de kilómetros. Seremos unos 20 tíos, y me asfixio. Prefiero ir sólo, así que me hago a un lado y voy a mi ritmo. Necesito bajar, estoy cansado de subir, de las bellotas, de la vida. Y bajo, si, bajo de ritmo. Hacía el km. 16 empieza una subida demoledora de un par de kilómetros. Para entonces ya se que me espera más pena que gloria. En el km. 18 comienza mi anhelada bajada. A buenas horas. Voy muerto, y me van pasando corredores. Algunos me dan ánimos, me dicen que ya está hecho, no les creo, pero se agradece.
A falta de dos kilómetros, no puedo más y me paro. Encima las medias térmicas que estrenaban, no han tenido el resultado que esperaba y llevo los gemelos cargadísimos. Estiro agarrado a una encina. Veo a mi cuñado y le digo que tire, que no puedo. Vuelvo a correr, mejor dicho a trotar. Eso es lo que hice hasta meta, con un ultimo repecho que me puso la puntilla.
Llegué en 1.39,37 medio groggy, dando bocanadas de aire. Mi cuñado, gran carrerón, marca personal, 1.38,02. Vi a mi padre, que llegaba cansadísimo también, pero cumpliendo en 1.45. Constan 1.51.
Luego nos quedaría para acabar la jornada comer en Malpartida un cochinillo para chuparse los dedos y vuelta a casa hiperventilada, con la ventanilla del Mercedes del marques rota. Y de postre, en Torrejón de la Calzada, nos para la policía, y nos tienen quince minutos comprobando antecedentes, y confunden a mi padre con un extranjero. No hay derecho, hacer eso con unos pobres deportistas.
Y a las diez en la camita, soñando con los angelitos, que iban subiendo, subiendo entre encinas y bellotas.