Y de la agradable sorpresa, pasamos a la decepción, y no porque sea mala película, que no lo es. Buenas interpretaciones, en especial una Manuela Velles preciosa como siempre, y una historia con posibilidades. Pero me aburrí como pocas veces. Esperando que hubiera un punto de inflexión, que nunca llegó. Una película fría, aspera. Pulcra en su realización, pero sosa como pocas. El director se ha pasado en su intento de reflejar el ambiente rural de un cerrado pueblo gallego. Pero se le ha ido la mano. Y el espectador se aburre. Que tristeza, que parsimonia, que aburrimiento.
Cuando llega el desenlace de la trama, te pilla mirando el reloj y deseando que el suplicio acabe y poco te importa lo que pase. Un coñazo, vamos.
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