David Cronenberg sigue con sus historias de violencia. Y lo hace de un modo seco, brutal en ocasiones, como en la escena de la sauna donde un Viggo Mortensen desnudo y sudando sangre, sostiene un salvaje enfrentamiento contra dos sicarios.
Promesas del Este no hace concesiones. Alejado de los tics habituales de los films de acción, tipo El caso Bourne, la película de Cronenberg, se encuentra más cercana al melodrama que al thriller convencional.
El nacimiento de una niña y la muerte de su joven madre rusa es la causa por la que una matrona (Naomi Watts) se adentra en los bajos fondos rusos de Londres. Un capo que gobierna con mano de hierro, su cobarde y peligroso hijos Kirill (Vicent Casell) y el chofer de este, Nikolai (Mortensen) , un ex convicto que esconde más de lo que muestra.
Personajes torturados, resignados a no poder disfrutar una vida soñada. Como en una historia de violencia vuelve a estar presente la dicotomía entre lo corriente y lo excepcional, entre un trabajador y un asesino. La linea entre ambos es más fácil de cruzar de lo que pensamos, y la vuelta es un camino difícil, casi imposible.
Cronenberg consigue un film tremendo, tanto en su factura como en su contenido. Seguramente vuelva a quedarse sin estatuillas en febrero, como le paso con Una historia de violencia, pero eso, a quien le importa?
Promesas del Este no hace concesiones. Alejado de los tics habituales de los films de acción, tipo El caso Bourne, la película de Cronenberg, se encuentra más cercana al melodrama que al thriller convencional.
El nacimiento de una niña y la muerte de su joven madre rusa es la causa por la que una matrona (Naomi Watts) se adentra en los bajos fondos rusos de Londres. Un capo que gobierna con mano de hierro, su cobarde y peligroso hijos Kirill (Vicent Casell) y el chofer de este, Nikolai (Mortensen) , un ex convicto que esconde más de lo que muestra.
Personajes torturados, resignados a no poder disfrutar una vida soñada. Como en una historia de violencia vuelve a estar presente la dicotomía entre lo corriente y lo excepcional, entre un trabajador y un asesino. La linea entre ambos es más fácil de cruzar de lo que pensamos, y la vuelta es un camino difícil, casi imposible.
Cronenberg consigue un film tremendo, tanto en su factura como en su contenido. Seguramente vuelva a quedarse sin estatuillas en febrero, como le paso con Una historia de violencia, pero eso, a quien le importa?
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