Menudo frio hacía y menudas cuestas que nos esperaban. Pero ahí estuvimos, otro año más preparados para adentrarnos en el Monte del Pardo y darnos de leches con sus temibles cuestas. Yo venía de dos petardazos consecutivos, San Silvestre Toledana y Media de Getafe, así que está me la iba a tomar con más tranquilidad. Estaba mejor de forma, pero esa misma semana había estado un poco acatarrado así que tranquilo.
Hasta el km. 12 como siempre, mi padre, mi cuñado y yo juntos. Con Constan ya no podemos ir ni un km. juntos. Está ya más cerca de los 6 minutos el km. que de los 5. Cuando empieza la subida, lo tomamos con calma. Mi padre sufre un poco y se descuelga justo al final de la subida interminable. Yo voy bien, y mi cuñado parece sobrado. Mi padre se vuelve enganchar con nosotros hasta la siguiente subida donde ya se descuelga definitivamente. Nos quedamos mi cuñado y yo y vamos poco a poco incrementando el ritmo. Los dos vamos bien y nos lo vamos a decidir probablemente en la última subida. Nos alternamos en marcar el ritmo. Tras unos incrementos más notables de ritmo, hacía el km. 19 pego un tirón mucho más fuerte y mi cuñado se descuelga. No miro para atrás. Toca llanear otro km. y subida durísima que nos llevará hasta la pista de atletismo donde está la meta. En la última subida miró para atrás y veo a mi cuñado a unos 50 mt. Aprieto un poco más y aunque mi cuñado se acerca algo, entro por delante de él. Me había prometido dejarme ganar por mi cumpleaños, así que no se si no puso toda la carne en el asador o es que no pudo seguirme. Entramos los dos en 1.43 y pico. Mi padre en 1.47. Los tiempos oficiales no salieron porque se fastidió el cronometraje. Esto supuso la devolución del dinero por lo que la carrera nos salió redonda.
La bolsa del corredor perfecta. La organización cojonuda. Una de las mejores carreras que se pueden correr en Madrid. El año que viene volveremos.
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